Tú vienes
de la tierra de la miel y las estrellas
de la pátina y la sombra sobre el tiempo
de los árboles carcomidos y el errante
cielo
que acoge las heridas de las pérdidas
la melancólica luz sobre los campos
Tú vas
hacía el cúmulo de nombres y de rostros
por el vasto mar de las pisadas
por el numerario bosque de lápidas esdrújulas
por el aluvión de las cenizas de la infancia
que quiebran en domingo y en mayo
y en bisiesto
y en el frío más solitario
Y mientras
con la cólera del exilio de las lágrimas
con los ojos rojos de
no
dar
crédito
del despotismo del dolor
con que alguien dispara
al pecho
de un recuerdo
de un solo recuerdo
limpio
enmarcado en madera pobre y sabia
en el salón de cualquier casa
sabes
que algún día
todo será
la forma caprichosa que tenga el olvido
en el fondo del mar de los ojos del que mira
nada