¿Puedo?

Si indagan, si quiebran
mis huesos como una tortura
de mercurio
¿Puedo
decirles tu nombre?

Si paseo, y guardan la noche
una hilera de ventanas con cortinas
descorridas
y avanza junio a mi lado
y me detengo en los bares
donde canto mis pesares
como una letanía
que alcanza la mañana ya
sin mí a su lado.

Si vuelvo sobre mis pasos
con un corazón menos y carcomidos
los nudos sarmentosos de la memoria
y una lengua blanca con gusanos metódicos.

Si sólo quedara el misterio y la ceniza
queriendo ser el verso de lo eterno
y la cara oculta de la luna
donde se citan tantos nombres
silenciados en la plata del silencio…

¿Puedo?

… el pecado orgulloso de masturbarme pensando en ti cada día…

La primavera avanza
sobre el recuerdo del invierno,
mis ojos vibran
inyectados en fuego.

Me siento
como una maraña de viento
enredándose
entre las velas de este barco, dando
la razón al ingenio,

o el pecado orgulloso
de masturbarme pensando en ti
cada día

podría amarte de memoria:
carne trémula, exhorto de vida,
piedra sobre piedra se erige mi verbo,
hacia tu cuello, hacia tus labios,
y sin embargo
la voz se me entrecorta ante
tanto miedo ante
tanto frío ante
tanto invierno que se repite
bajo mis pasos, como un desfile
de miradas ausentes y cristales rotos:
escoltados por los muertos que seremos.