Si indagan, si quiebran
mis huesos como una tortura
de mercurio
¿Puedo
decirles tu nombre?
Si paseo, y guardan la noche
una hilera de ventanas con cortinas
descorridas
y avanza junio a mi lado
y me detengo en los bares
donde canto mis pesares
como una letanía
que alcanza la mañana ya
sin mí a su lado.
Si vuelvo sobre mis pasos
con un corazón menos y carcomidos
los nudos sarmentosos de la memoria
y una lengua blanca con gusanos metódicos.
Si sólo quedara el misterio y la ceniza
queriendo ser el verso de lo eterno
y la cara oculta de la luna
donde se citan tantos nombres
silenciados en la plata del silencio…
¿Puedo?