Así entré en los 40

EN HERIDAS y sombras
puse mi vida
y, cualquier día, de mi corazón,
van a ir saliendo insectos y
van a ser ciegos. Lástima de luz.
Lástima de luz.

(Antonio Gamoneda)

Introducción

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Dame otro día que yo jugaré con sus sombras,
que en ellas he estado siempre prefigurando el olvido
de las palabras y números
borrados por el sueño,
de la melancolía y soledad
con que me alejo del tiempo,
para ser parte de mí hasta encontrarte:

luz sin castigo…
con qué afán te siento!
y sin embargo
como otro día perdido
vuelvo a oscuras a mi centro
un poco más viejo.

Dame otro día que yo jugaré con sus sombras,
que en ellas he estado siempre y siempre en su sueño.

Sueño

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Sílabas y números.
Atravieso sílabas y números.
Y entonces, en medio del silencio
despierto.
Y oigo voces que me dicen
que te diga
que te quiero.

Torre de marfil

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Fuera de ti está la noche sola
con su silencio azul tungsteno,
el cielo calla y se hace cielo
y reclamas la ausencia del mundo
para ser tu misma.
Abre la boca el silencio, tras una larga espera,
y se desnuda, ante las estrellas; descorre el velo
de otro mundo, y las palabras,
acuden a su centro.

Alguna llora, yace
triste
en una cuneta (pasé a tu lado,
no tuve palabras, lo siento)
porque mañana
la aurora
la despojará del silencio
y del misterio.

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Nada

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Mira
la poesía de las últimas cosas,
las alas de un ángel de hierro estrellándose contra el tiempo
pastoso y frío, como el letargo.
Mira
qué forma tienen las horas
húmedas, como la lengua de este muerto
que desciende hasta tu sexo.
O mira
cómo la vida entra por los ojos,
ojos que sellan la luz en un ocaso,
bajo los árboles centenarios del recuerdo sin nombre
ni ámbar, ciegos en mi
mirarte; te enseñaré
que en el vicio está el ocio
y que el ocio de los ocios es amarse, con eso,
con todo, ¿sabes, cómo de oscuro estaba fuera de ti?
¡Quiero volver con los pies llagados
a las causas de la luz y de la muerte que me alcanza,
una y otra vez, envejeciendo incomprensible,
pálido y frio como el sonido de la nada!