Caronte

Siente
el frío de la primera estrella:
la noche aciaga y trémula
que palpita
en la sal del pensamiento.
Mira
la sobriedad de la luz y lujo del color
a partes iguales.

¿Oyes
cómo un extraño detalle
quiebra en el gesto del amigo
mientras el tiempo es sólo
el rumor de las cuentas de un rosario
rezado de memoria…?

Ahora sabes
que has muerto en vida,
que la pulpa de los días
no habitó en la lengua de ninguna boca.

¡Sombra,
sombra sin amor!

¡Poesía vacía!

¡Lágrimas
corriendo hacia la comisura de los labios
o el centro
del pecho de granito que no resquebrajó ningún verano!

Hasta el tiempo huye de ti
sin piedad
como las manecillas de un reloj
que arrancan las horas de memoria..

¡Laguna Estigia, Caronte sin descanso!

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El día me alumbra desnudo
la boca seca
de luchar contra la noche. Oigo
un latido.
El agua tibia
recorre este cuerpo que envejece (entreacto,
según las estadísticas,
de la vida.)

Qué herida
dejará de sangrar hoy.
Y qué terrible ternura – en los motivos vegetales
de qué palabra -;
rasgará
esta máscara.

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