Sin título

Mira
la poesía de las últimas cosas,
las alas de un ángel de hierro estrellándose contra el tiempo
pastoso y frío, como el letargo.
Mira
qué forma tienen las horas
húmedas, como la lengua de este muerto
que desciende hasta tu sexo.
O mira
cómo la vida entra por los ojos,
ojos que sellan la luz en un ocaso,
bajo los árboles centenarios del recuerdo sin nombre
ni ámbar, ciegos en mi
mirarte; te enseñaré
que en el vicio está el ocio
y que el ocio de los ocios es amarse, con eso,
con todo, ¿sabes, cómo de oscuro estaba fuera de ti?
¡Quiero volver con los pies llagados
a las causas de la luz y de la muerte que me alcanza,
una y otra vez, envejeciendo incomprensible,
pálido y frio como el sonido de la nada!