Primavera

Y como cada año, en silencio,
aguarda su turno:
aovillada como una criatura de cristal
bajo la tierra:
maleficio malogrado del frío húmedo.
Y emerge sin pudor hacia el cielo;
orgullo
del trabajo bien hecho, sin violencia.
Ímpetu mudo que renueva el mundo
de color y de belleza:
primavera.

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deshojar el tiempo en cenizas y esperanza

Yo quisiera comprender esa poesía:
los meandros del río que dibujas cuando andas.
Los pasos que constituirán tu vida
no obedecerán a una biografía, ni un destino; por mucho
que lo prometan los silencios y las sombras.
Como el ancho desierto que atravieso cada día
a ciegas:
clavo
mis ojos en un pensamiento firme:
¿Qué constituye los cimientos
de la vida?
… siempre está la culpa
que me canta al oído mi desdicha
gris, intrascendente: como el mudo grito ahogado
de los muertos y los nudos vegetales de sus huesos:
osamentas que desfilan en vano por los aledaños del olvido…
y un río que me quema:
estela
de tus aguas:
y mi naufragio.
Todo se funde en el ocaso
(me he perdido cien veces huyendo de la noche hacia la aurora…)
Después
nada,
siquiera
el vibrar de mi garganta (contengo
el aliento con angustia)
Nada, nada, nada, nada:
los cuatro puntos cardinales de este cuerpo.
Baja, te espero,
donde dios sueña el sueño de los hombres
donde los espejos no reflejan imagen alguna
donde el amor escapó por vez primera
de las sombras
y vio la luz:
y la luz penetró las aguas:
claridades efímeras; sólo eso… sólo eso…
el resto
palabras.
Entro
entro en ti
como la luz en la noche destruyendo lo sabido:
certeza de la carne y su nado a contramuerte:
deshojar el tiempo en cenizas y esperanza.

… matando el tiempo hasta que el tiempo me mate …

Detalles y matices esperan durmiendo
tras la piel: siempre,
con la persistencia del pan
que se amasa
día tras día; siempre (hoy nevará en el infierno,
y las placentas de las madres envolverán el frío primero;
seres que desde la sombra la luz alcanzan: ilusiones:
la vejez se lleva en la sangre: sin vela
no hay noche)
Siempre el soliloquio ante el espejo o la estampida
si el cristal contradice mis palabras:
Siempre
matando el tiempo hasta que el tiempo me mate.
Siempre,
siempre vuelve la primavera tras la imperiosa llamada del amor
y la luz se adentra por mis ojos
hasta que miren y crean, o por lo menos
recuerden
por qué enfermaron… A veces
me veo en el espejo, junto a mí,
diciéndome al oído: eres
la vieja guardia, y sabes
cómo matar el tiempo hasta que el tiempo te mate.

Abro los ojos a la hora en que la noche se marcha a casa
y quedo solo ante el espejo.

Otro mañana que es hoy: la sustancia
sobre la que se edifican los anhelos.