La primavera avanza
sobre el recuerdo del invierno,
mis ojos vibran
inyectados en fuego.
Me siento
como una maraña de viento
enredándose
entre las velas de este barco, dando
la razón al ingenio,
o el pecado orgulloso
de masturbarme pensando en ti
cada día
podría amarte de memoria:
carne trémula, exhorto de vida,
piedra sobre piedra se erige mi verbo,
hacia tu cuello, hacia tus labios,
y sin embargo
la voz se me entrecorta ante
tanto miedo ante
tanto frío ante
tanto invierno que se repite
bajo mis pasos, como un desfile
de miradas ausentes y cristales rotos:
escoltados por los muertos que seremos.