Como la brisa
que pasa a hurtadillas entre los dedos afilados de los pinos,
o una quimera que era sólo polvo
antes de que la pisase, sin querer, esta mañana
al salir de casa: así, abandonándome al abandono,
te entregaría
el cadáver del amor, para que lo vieses
de cerca,
el conjuro de los besos que me dieron
antes de olvidarme,
y el olor de la nuca de alguna diosa.
Fingiría la lejanía del marfil
tener la llave que todo lo cierra
y las heridas que se abren
con una sola palabra;
la certeza del detalle
quemando una pupila.
Qué no haremos andando en círculo
mirando de soslayo
pasado y origen y avaricia
de vivir…
y la brisa
enredándose y enredándose en la mentira
del tiempo escribiendo sobre el tiempo,
como una nota anónima que dejamos
para que nos descubra al día siguiente
y nos recuerde
que sólo somos la hipérbole de un fracaso.