Esta luz que me atormenta
y quema;
esta luz ciega…
Bajo sus sombras alzaré los brazos,
pediré – clamor de nervios en alto –
el bálsamo de tus labios a la tarde
herida de muerte
– herida de lluvia, herida de flores,
herida de mayo, de sol… de pesares –.
Llegaré hasta tu rostro arrancando girones
al aire.
Llegaré hasta el cáliz de tu boca
mientras el ocaso traga horizontes
mientras las nubes se alejan
– lentas, informes -;
mientras renace la noche…
con sus garras de amante;
con sus exiguos luceros
y nobles razones.