De mañana
el claroscuro deshace los sueños
la memoria nos sitúa en el raíl de la existencia
de nuevo
bajo una piel ya vieja.
Al pie de la cama: zapatillas de casa,
mirando a ras de suelo hasta ese momento,
ven cómo los fantasmas infantiles se funden con el dibujo del suelo
y desaparecen.
Huimos hacia delante con cara de adultos impasibles
aunque a veces
un frío se encarama a nuestra espalda
y la memoria del olvido golpea en nuestras sienes
quebrando la dovela del arco de la frente
que sostenía toda entereza:
por un momento nos asedia la tristeza.
Un leve suspiro, y seguimos
sacudiéndonos las dudas; afianzando un personaje,
huyendo hacia delante con gesto resuelto – hasta arrogante -;
hundiendo nuestra vista en la tinta de la prensa…
en cada nota de la realidad que nos distrae:
pero los fantasmas
bajo la cama
esperan.