Hoy
no hay forma de darle giro a este poema;
todo ha amanecido disperso ante mis ojos:
Los fríos pomos de las puertas
las llaves de la luz sin brillo
las escaleras, de mármol blanco:
surcos, marcas: rechinar culpable de pasos inocentes;
todo
parece ajeno a mi conciencia:
Un pensamiento
que una mosca de la siesta de otro hombre
– quizás sea así –
posa en mi entrecejo
como una moneda en la ranura
de la alcancía de un niño anhelante:
¿Recuerdas la dureza
de los minerales? Talco, cuarzo, diamante…
Colegio de muros anchos
cristales que no ajustaban
a su marco…
Así se inaugura la mañana
con las cejas arqueadas y mi garganta
repitiéndome,
ajena a mí,
que hoy
no hay forma de darle giro a este poema:
Me sorprenden dos ronquidos en la cafetera
dos huellas de sonámbulo en el azucarero
un espasmo que me apunta a la boca del estómago
con un viejo fusil,
pijamas sirviéndose un tazón
de avena
diciéndome
que hoy
no hay forma de darle giro a este poema:
En fin…
Me encanto! Tilde en la o! En estos teclados americanos no encuentro las tildes!
Gracias. No te preocupes por las tildes 🙂
Gracias. No te preocupes por las tildes 🙂