Marcaba la página de un libro
con otro, y éste
con otro más pequeño;
éste con uno diminuto,
y éste,
con la lágrima que caía por su rostro
por los ojos cansados.
La tinta, casi corrida,
era el principio, a la mañana siguiente,
para seguir buscando una verdad
que los sueños le negaban.
me encanta
Gracias, salao…. un abrazo.