No tenían juguetes
sólo roña.
Después de comer
sin lavarse los dientes
salían a la calle,
siempre encontraban casa ajena
donde pasar la siesta.
Mientras su madre follaba por dinero
era eso
o el hambre.
A última hora de la tarde
su madre los recogía
como animales.
Humedece la esquina de un pañuelo
y le quita la saliva seca
de comisura de los labios
del hijo más grande.
Eran los robasiestas.