Roja dama.

El tiempo en el cielo de tu boca
la espesura de la idea primigenia
hacedora de mares, barquitos
a la deriva en un campo de rosas

y la misma melodía:
profunda letanía de sonrisas voladoras.

Mansedumbre de estrellas
polos geográficos que apuntan a tu alma:
Resuelta, resuelta y viva
como el clamor sin rumbo
de la huella del mañana.

Moriría, si el cielo fuera negro
y la selva, ya sin vida, negra plata.

Hogar de mis palabras
guía de mis pasos
códice de quien ama;

Reina mía, Reina de esta tierra
en que ahora danzas.

Y bailas y cantas en la hora
en que la brisa es dorada:
la marea humana que esboza
una tarde delicada…

Atardece, y la mar
– llanura sideral que crece y crece –
centellea y siente
que renacerá la vida por Oriente…

si lo ordenas
roja dama.

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