Rafah

Recuerdo aquellos veranos
En pueblo eminente agrícola
Donde los jóvenes estudiantes
Apoyaban en la recolección de la fruta de hueso.
Los últimos días de cada variedad
Eran mis favoritos
Al grito del encargado:
“A limpia!”; daba
Igual
Que el albaricoque estuviera un poco verde
O pequeño
Valía todo: si no extra, pues mermelada.
Colgaba el capazo del hombro
Pero la mente volaba, donde
Siempre: los bares
O los besos de la amada.

“A limpia!”
Así será en Rafah.

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